Los terremotos son eventos perturbadores que con demasiada frecuencia tienen consecuencias devastadoras. Dejan sus marcas en paisajes y edificios, influyen en la vida de quienes los experimentan y pueden ser eventos traumáticos para esas mismas personas. Sin embargo, ¿qué representan los terremotos en la historia y la sociedad de Japón, más allá de estas connotaciones negativas? ¿Qué signos han dejado los terremotos en el patrimonio cultural de Japón?
El 11 de marzo de 2011 se cumple el séptimo aniversario del terremoto y tsunami de Tohoku, mientras que el 14 de abril de 2016 se cumple el segundo aniversario del terremoto de Kumamoto. Estos eventos sísmicos causaron enormes daños en las regiones donde ocurrieron, incluso en el patrimonio edificado. Se han realizado importantes esfuerzos para su recuperación, que todavía están en curso.
Castillos
El terremoto de Kumamoto causó cuantiosos daños al castillo de Kumamoto, un símbolo importante para la comunidad local. El desmoronamiento de las bases de piedra provocó el derrumbe de los edificios colocados sobre ellas.
Los castillos históricos son dañados frecuentemente por los abundantes terremotos de Japón. Por ejemplo, el castillo de Maruoka se derrumbó en el terremoto de Fukui de 1948. Tras su derrumbe, el castillo fue reconstruido en la medida de lo posible con piezas originales, por lo que sigue siendo un bien cultural.
El riesgo extremo de terremoto en bienes históricos de Japón está determinando el desarrollo de muchos proyectos de desarrollo de contramedidas sísmicas para castillos. Estos proyectos implican pruebas estructurales y análisis numéricos, realizados para revelar los puntos débiles estructurales del castillo. En base a los resultados, el refuerzo sísmico puede ser implementado de la forma más mínima posible, respetando la estructura original. Tal es el caso del castillo de Himeji, el cual es Patrimonio de la Humanidad.
La mayoría de los castillos japoneses se construyeron en la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, un período también conocido como la Era de los Reinos Combatientes en Japón. Este período se caracteriza por sus numerosas guerras y terremotos. Los generales samurái que ordenaron la construcción de estos castillos se focalizaron en su sistema de defensa y aspecto, ya que servían como fortaleza de guerra y símbolo de poder, y también en el desempeño sísmico del castillo, dados los muchos terremotos de ese período.
Bagre
En ese período histórico, era una creencia común en Japón que los terremotos fueron causados por bagres gigantes que vivían y se movían debajo de la tierra. Un famoso general samurái del Periodo de los Reinos Combatientes, Hideyoshi Toyotomi, escribió una carta en la que ordenaba a sus sirvientes que construyeran su castillo tomando en consideración el "bagre". Esta carta es la evidencia más antigua de que los japoneses creían que el bagre causaba terremotos. A pesar de la carta del general, su castillo se derrumbó a causa de un terremoto en 1596, inmediatamente después de su construcción.
Los grabados xilográficos también representan la conexión entre terremotos y bagres en Japón. Después del terremoto de Edo de 1855, un grabado mostraba a los residentes de Tokio enojados con el bagre. Otro muestra al dios de la prevención de terremotos matando al bagre, mientras que otros bagres se disculpan con el dios. Otro grabado satírico representa a los carpinteros, quienes normalmente reciben mucho trabajo después de los terremotos, agradeciendo al bagre y ofreciéndole una deliciosa comida.
Edificios históricos
No sólo las pinturas, sino también los documentos históricos, las huellas de los daños e incluso el aspecto de los edificios transmiten la memoria de los terremotos del pasado. Un documento realizado por monjes muestra los daños sufridos por la pagoda de tres pisos del templo budista Yakushi-ji de Nara tras el terremoto de 1854, que dejó inclinada la parte superior de la pagoda. Según el documento, la pagoda inclinada fue levantada y las partes dañadas fueron reparadas dos años después del terremoto. Nikorai-do, una iglesia ortodoxa de Tokio diseñada y construida originalmente en 1891 por un famoso arquitecto inglés, sufrió graves daños en el terremoto de 1923. Después del terremoto, fue rediseñado por un arquitecto japonés y reconstruido considerando la resistencia sísmica. Debido a que el arquitecto japonés bajó la altura de la torre, el aspecto actual de la iglesia puede considerarse un resultado de ese terremoto.
Fallas
Los terremotos no solo causan daños, sino que también pueden producir fallas geológicas. El terremoto de Kumamoto en 2016 produjo muchas fallas. En noviembre de 2017, estas fallas fueron declaradas monumento natural. Se seleccionaron tres sitios tras un largo examen y debate en el que participaron expertos, la comunidad local y el gobierno. Aunque se está preparando un plan detallado para la conservación y gestión de los sitios, se preservarán aspectos tangibles e intangibles, como las leyendas sobre el terremoto, a fin de no perder la memoria del terremoto.
Hay otros sitios sísmicos en Japón que han sido declarados monumentos naturales. Por ejemplo, una falla causada por el terremoto de Nobi de 1891 ha sido preservada con una cubierta protectora. Un torpedo expuesto en un museo durante el terremoto de Kitaizu de 1930 todavía conserva arañazos en su superficie. Estos fueron causados por la fuerza física y el movimiento del terremoto.
Memoria
Muchos tipos de bienes culturales transmiten la memoria de los terremotos en Japón. Torahiko Terada, un famoso científico y ensayista japonés, ha escrito: "Los desastres ocurren cuando menos lo esperas". Todos los niños japoneses conocen esta frase. Terada también ha escrito: “Si la noche llegara una vez en un siglo, la noche sería un desastre. Por otro lado, si ocurriera un tsunami cada pocos años, el tsunami no sería un desastre”. Este mensaje es muy significativo para la gestión del riesgo de desastres. Según el científico, el hecho de que los terremotos se consideren un desastre o no depende de la relación entre la frecuencia de los terremotos y la memoria humana. Hacer que los terremotos sean menos frecuentes es imposible, pero es posible dilatar la memoria humana utilizando el patrimonio cultural y natural.
La urgente necesidad de preparación ante los desastres depende de la memoria. Fortalecer estas memorias a través del patrimonio cultural y natural, y transmitirlas de una generación a otra, puede ser una poderosa estrategia adicional para la mitigación de desastres.
Eisuke Nishikawa Asociado de proyecto en comisión de servicio en el ICCROM, proveniente de la Agencia de Asuntos Culturales, Japón Galería de imágenes: Terremoto como patrimonio, ejemplos de Japón
Eisuke Nishikawa
Asociado de proyecto en comisión de servicio en el ICCROM, proveniente de la Agencia de Asuntos Culturales, Japón